miércoles, 11 de febrero de 2015

Hablando con Dios

   
    Actualmente hay personas que, debido a tradiciones generacionales en las que les enseñan a hacer vanas repeticiones carentes de sentido y significado en sus vidas, no han tenido la oportunidad de conocer a un Dios real, es decir, lo han dejado en el plano supremo, de tal manera que pareciera nunca tener acceso a Él, sin embargo, Jesús tomó forma de hombre, y nos enseñó una manera de conocerlo y seguir en contacto, Él es el vínculo perfecto por medio del cual podemos tener acceso y comunión.

       Es increíble todo lo que puede suceder cuando decidimos creerle a Dios y al poder de la oración. La oración es la acción de comunicarnos con Dios, es expresarle todo aquello que salgade nuestro corazón; consiste en tener una plática amena con tu mejor amigo, esa plática confiada que puedes tener a cualquier hora del día, y sobre cualquier situación que inquiete tu interior.  

       Déjame decirte que Dios no es un ser lejano, Él está siempre contigo, dirigiendo cada aspecto de tu vida a cada instante, te está acompañando y respaldando, conoce tus necesidades y las peticiones de tu corazón y, aunque a veces no te acuerdes de guardar un instante para platicar con Él, o a sabiendas decides en vez de hacerlo acostarte, ver televisión o jugar “Candy crush”, Él sigue siendo fiel y está preparado para escucharte y apapacharte en su presencia. La oración con fe abre puertas

donde no las hay, genera oportunidades para los hijos de Dios, trae sanidad, trae poder, trae salvación y victoria.

       Orar no significa “impresionar” a Dios con un amplio lenguaje, con frases sonoras que generen melodías, no es repetir lo que no entiendas, no es simular un sentimiento. La verdadera oración va más allá de características humanamente comprensibles, es tener la convicción y disposición de agradar a Dios con tu vida, que cada palabra que salga de tu boca sea una alabanza y olor grato a Él, es complacerlo, glorificarlo y permitirle que trabaje en ti. Es tener una relación íntima con tu Creador, conocerlo y vivirlo, conscientemente hacerlo partícipe de cada área y aspecto de tu vida, reflejarlo en la escuela, en el trabajo, en todo lugar, que Él resplandezca y todo empiece a tener sintonía.

       Platicar con Dios es tan sencillo que puedes hacerlo en cualquier momento del día, en la mañana al levantarte y ver el nuevo amanecer, mientras te arreglas, cuando vas en el carro camino al trabajo, al llegar a tu casa con bien y degustar los alimentos, al disfrutar un momento de paz y tranquilidad durante tu rutina… siempre hay momentos para platicar con Dios y agradecer, aunque Él ya sabe cada detalle de nuestra vida, está deseoso de impactarnos de otra manera al adentrarnos en su presencia; la comunicación se da a partir de la interacción de dos individuos, así que Dios es experto en responder. Recuerda lo que nos dice Pablo en Filipenses 4:6-7.... Bendiciones.  

Por Maribel Sánchez

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