viernes, 28 de septiembre de 2012

¿Dios me ha desamparado?


“No me puede estar pasando esto” “Nunca pensé que ésta situación fuera posible en mi vida” “¿Qué va a ser de mí?” “¿Dios me ha desamparado?”, Seguramente en algún momento has pensado o dicho alguna de estas palabras como resultado de una situación difícil que llega en el momento menos esperado de tu vida. 



       Tal vez perdiste el trabajo, reprobaste el curso, te peleaste con tu pareja o enfrentas un divorcio, eres víctima de la delincuencia te asaltan y roban el carro, o un ser querido muere… hay infinidad de situaciones que pudieran hacernos sentir que no hay esperanza ni solución a lo que estamos enfrentando, que más vale acostumbrarse a vivir así para que no duela tanto la derrota, “total, no somos los primeros ni los últimos”. Pero déjame decirte que las cosas no tienen porqué ser así, a pesar de todos los problemas, necesidades y tristezas que pudiéramos estar viviendo, aún queda una gran esperanza: Jesucristo. Él nos dijo en Juan 16:33 “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo”, Él no dijo que todo sería fácil y “color de rosa”, sino que también habría momentos de aflicción en la vida, pero tenemos la confianza de que en él está la salida, podremos enfrentarlos y superarlos.

       ¡No!, Dios no te  ha desamparado, él mira tu causa y está esperando que le busques con un corazón sincero y con acción de gracias, aún en momentos que no te es fácil disfrutar, pues es precisamente en esas circunstancias cuando a él le place intervenir, abrir puertas de solución, acomodar cada pieza en su lugar y mostrar que para él nada es imposible. 


       Tal vez en ocasiones la solución de Dios no es como la habíamos esperado, por ejemplo: que hubiera un error en la captura de calificaciones finales e inesperadamente te asignaran un 10, mientras que la solución de Dios es que asumas la responsabilidad por tus acciones repitiendo el curso, aprendiendo y aprobándola de manera sobresaliente; o tal vez esperabas el perdón de tu pareja y recuperar la relación, mientras que la solución de Dios pudiera ser que haya un sincero arrepentimiento y perdón por las acciones cometidas, pero no continuando con esa relación de pareja, sino soltero y esperando a la persona indicada; otro caso podría ser que tus padres por fin te den permiso de ir a una fiesta con tus amigos, donde habrá mucha gente, alcohol, música y diversión, mientras que la solución de Dios es que obedezcas a tus padres, te apartes de la tentación y vivas íntegramente. A qué voy con todo esto, a veces lo que Dios manda no es como nosotros querríamos que fueran las cosas y hasta cuesta aceptarlo, pero sin duda es por nuestro bien, como dice en Jeremías 29:11 “Porque yo se los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis” y en Romanos 8:28 “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” “Pero fiel es el Señor que os afirmará y guardará del mal” (2da Tesalonicenses 3:3).



       Tenemos la firme confianza de que Dios pelea nuestras batallas y saldremos adelante sea cual sea la situación. Aprendamos a verlo aún en los tiempos difíciles, dejar a un lado el orgullo cegador para darle lugar a lo mejor que está por venir, pues Dios tiene una victoria preparada para nosotros. Y recuerda que el amor de Dios es eterno, “Quién nos podrá separar del amor de Cristo ¿tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?... Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:35, 37-39). 

Así que, ¡Firmes y Adelante! Dios te bendiga.

Por Maribel Sánchez