Desde la antigüedad hasta hoy, el vino ha sido de las
bebidas más populares. Hoy día gana aficionados, y sus ventas aumentan día con
día.
Aunque la mayoría de las personas tiene el concepto de que
el vino es una bebida lujosa y de alto costo, las ventas de este lejos de
disminuir, aumentan; además, se hacen festivales, publicaciones y hasta
programas radiofónicos o televisivos sobre este tema exclusivamente.
Todo esto ha
llevado a que muchas personas del ámbito cristiano se cuestionen sobre la
naturaleza y permisibilidad de esta bebida ¿Está mal tomar vino? ¿Qué no Jesús
tomaba vino? ¿El vino hace algún daño?
Bueno, para
responder a eso tendremos que hacer dos cosas: primero, qué dice la biblia del
vino; y segundo, que es el vino en la actualidad.
La biblia y el vino
Comencemos por
decir que los tiempos bíblicos no se caracterizaron por la gran variedad de
bebidas disponibles. Básicamente sólo se consumían tres bebidas distintas:
agua, leche y vino.
Por un lado, el
agua es la bebida básica. Aunque todos la consumían diariamente, era vista más
con dos propósitos, el de mantenerte activo (o realmente, hidratado) dándote fu
erzas aún en los momentos de flaqueza; y el de usarla como herramienta, ya sea
para cocinar o lavar.
La leche, por
su parte, era vista como la bebida de los niños. Ésta era casi exclusivamente
de consumo infantil, y aunque sí era bebida ocasionalmente por los adultos,
esto se hacía en momentos personales o al estar sólo.
El vino era la
bebida que se servía para la comida del día, era la bebida principal y con la
que se daban el gusto. Las calidades del vino eran claramente variables dependiendo
de una infinidad de factores que hasta el día de hoy siguen afectando (como las
barricas, la tierra, el tipo de uva, etc.). Los vinos de inferior calidad eran
usados en la comida común, mientras que en los banquetes y reuniones se sacaban
los vinos especiales de alta calidad. La gente que acudía a estas fiestas
esperaba beber vino de categoría y si no sentían que el vino ofrecido era de
calidad se le reclamaba al anfitrión.
Como se puede
atestiguar en el pasaje de las Bodas de Caná, la costumbre era ofrecer el mejor
vino al principio, de forma que la gente comenzara a “tomar ambiente” y una vez
que, tanto la fiesta como los efectos naturales del vino afectan en los
invitados, entonces sí sacar el vino menor, de manera que ya no se le prestara
tanta atención a la calidad de este.
A pesar de todo
esto, no todos miraban con buenos ojos el vino, y mucha gente reclamaba el uso
del vino por sus efectos secundarios en el consumidor. Algunos pasajes bíblicos
aconsejan alejarse de los excesos.
El vino actual
En nuestros
días, los vinos se producen en una casi innumerable cantidad de variantes,
desde los tipos de uva, la región donde se produce, el tiempo de fermentación,
la casa productora, el embotellado, e incluso hasta las condiciones de cuidado
del producto terminado.
El nivel de
alcohol en un vino puede variar de 7 a 17%, dependiendo principalmente del tipo
de uva. Además de esto, el tipo de glucosa generada por ésta también hace
variar la concentración del alcohol, lo que quiere decir que dos vinos con el
mismo nivel de alcohol podrían causar efectos distintos en el que lo beba, uno
más fuerte que el otro.
La gran
cantidad de publicaciones médicas actuales y la abundante publicidad que se le
hace a esta bebida ha hecho que todos conozcamos que el vino tiene propiedades
benéficas para la salud, aunque cualquier doctor te sabrá decir que sólo bajo
cierto nivel de consumo, y no tomándose en exceso.
Entre los
beneficios que el vino ofrece a la salud está el ayudar al sistema
circulatorio, ayudando al corazón y disminuyendo el conocido “colesterol malo”.
Pero entre los efectos negativos se encuentran daños al hígado y (en exceso) al
mismo sistema circulatorio. Teniendo también algunos efectos menos vistos por
ser susceptibles poblaciones menores, como gente con asma o problemas
respiratorios.
¿Qué quiere
decir todo esto? ¿Puedo o no puedo tomar vino? Si a ti no te interesa el vino
en lo absoluto, puedes dejar la lectura aquí y tomar la información anterior
como información útil. Si te llama la atención o incluso ya lo bebes, entonces
hagamos una breve reflexión del consumo de esta bebida.
Ya que Dios
mismo menciona en repetidas ocasiones al vino como una bendición que Él nos da,
sonaría raro verlo como algo negativo, pero eso sin considerar la alta
diferencia entre le producción actual y la antigua de esta bebida.
Desde la
antigüedad, los egipcios, babilónicos y hasta los mismos judíos conocían
efectos benéficos y dañinos de esta bebida ¿Cómo la consumían? Moderadamente.
Si las antiguas civilizaciones, que producían un vino más puro que el actual, y
en su mayoría con uvas más maduras que detienen la fermentación en un nivel
menor de alcohol, lo consumían con cierto criterio, cuánto más nosotros.
Aunque se
menciona que Cristo (nuestro ejemplo a seguir) bebía vino, nunca se menciona
que se embriagara o hiciera el ridículo por beberlo. Tampoco se menciona que
los discípulos abusaran de esta bebida.
Todos como
hijos de Dios tenemos la libertad de beber lo que queramos (sodas, agua, jugos,
leche, vino y hasta cerveza), pero cada quién debe saber cuidad su cuerpo de
forma que honre a Dios con él. Tú debes conocer tus debilidades y fortalezas,
no puedes beber una copita fingiendo que tienes fuerza de voluntad cuando sabes
que no.
Si vas tomar
esta bebida, hazlo sin que otros te critiquen o te tachen de borracho; pero
hazlo bajo el estricto conocimiento de que sólo en ciertos niveles es bueno, y
que bajo ninguna circunstancia se justifica el abuso del vino.
Por último
sólo te puedo pedir un favor, si vas a beber vino, jamás uses como pretexto
“Pues si hasta Jesús lo hacía”. Recuerda que Él sólo tenía 3 bebidas distintas
para elegir, y casi siempre eligió las otras dos.
Por Fernando Castro
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