Te invito a reflexionar acerca de algunas ideas erróneas que
pueden estorbar en nuestra intimidad con Dios:
1)
Pensar que Dios siempre está enojado.
Variedad de personas han expresado que
tienen la sensación de que Dios siempre está enojado con el mundo y que si
deciden acercarse, seguramente Él se vengará de ellos, pero eso es un error. Si
bien es cierto que Dios aborrece el pecado, también es verdad que ama al pecador.
No nos ama porque nosotros hayamos realizado
algo digno, sino por su pura gracia y misericordia “no por obras para que nadie
se gloríe” (Efesios 2:9). ¿A qué me refiero con esto? A que Dios no está
enojado contigo. Por más veces que podamos fallarle, Él siempre estará con los brazos
abiertos para recibirnos, perdonarnos y transformarnos.
Dios es incondicional, ha decidido siempre
amarte aun sin merecerlo, por lo tanto, Él no te ha rechazado, más bien tú lo
has hecho contigo mismo a través de conceptos erróneos del amor. Te has convencido
de que no mereces algo mejor, de que eres culpable y mereces castigo.
El enemigo trata de engañar a las personas
de todas las maneras posibles para crear barreras entre el hombre y Dios; se ha
encargado de crear esas ideas condenatorias llenas de desesperanza para que
pienses que ya no hay solución y que es mejor dejar las cosas como están. La actitud
conformista y pesimista puede envenenarte, así que ¡Cuidado con lo que piensas!
Tus pensamientos pueden dirigir las intenciones de tu corazón y convertirlas en
realidad.
Al enemigo le
conviene convencerte de que Dios te odia, te rechaza y no te acepta, pero
recuerda que “De tal manera amo Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito
para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan
3:16) Eres importante para Dios, ¡Eres de los suyos! Acepta el regalo de amor, verdad,
perdón y salvación que Dios te ofrece, y acércate confiadamente aÉl en todo
momento, siempre está listo para entablar una conversación contigo y mostrarte
su bondad y gozo en el diario vivir.
2)
Pensar que Dios es malo
Según la Real
Academia Española, la palabra “malo” se puede definir como un valor negativo,
falto de cualidades. Nocivo, desagradable, doloroso, desfavorable, traición,
hostilidad, malas intenciones, entre otras.
Ahora bien, en la biblia se describe a Dios
de la siguiente manera: “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios.
Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha
conocido a Dios, porque DIOS ES AMOR” (1Juan 4:7-8). “El amor es sufrido, es
benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece,
no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza
de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo
lo espera, todo lo soporta” (1ra. Corintios 13:4-7).
Así que, reconociendo que Dios es amor,
podemos cambiar nuestros pensamientos y reconocer que Él es bueno y tiene
planes positivos y bendiciones para nuestras vidas. Estar de su lado es lo
mejor.
3)
Pensar que Dios tiene favoritos
Me parece que es un aspecto que requiere
bastante definición. En ocasiones puede suceder que uno haga comparaciones
innecesarias con otras personas y como resultado surgen: envidias, menosprecio
o vanagloria. ¡Cuidado con esto! Va un ejemplo: “Mira, tan joven y cristiano, siempre
está involucrado en los ministerios y ora por la gente. Yo debería estar
haciendo eso pero el pastor lo llamó a él, ha de ser porque es uno de los
preferidos de Dios” ¡Error!
En Romanos 2:11 se menciona que Dios no hace
acepción de personas. Todos somos especiales ante Él y tenemos las mismas oportunidades.
Él nos ha dotado de dones y talentos particulares que debemos administrar para
llevar a cabo su obra. ¿Si Dios no nos compara, porqué habríamos de hacerlo
nosotros mismos?
Cada persona
tiene un propósito, no podemos esperar hacer lo mismo que los demás, pues “algunos
han sido llamados a ser apóstoles, profetas, evangelistas, pastores, maestros.
A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la
edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:11-12).
Todos tenemos
algo que hacer y ofrecer, no nos comparemos con los demás ni pensemos que somos
mejores o peores. Todos estamos en igualdad de condiciones y tenemos oportunidades,
dependerá de nosotros actuar en el momento correcto y hacer la voluntad de
Dios. Que las envidias o comparaciones no estorben tu relación e intimidad con
Dios.
Puedes prestar
tus servicios a personas que lo necesitan, orar, levantar tus manos y
entregarte a Dios humildemente, sin esperar que los hombres te premien por lo
que haces, sólo hazlo por amor y agradecimiento a Dios. Recuerda que Él ha
depositado un propósito especial en tu vida ¡Vívelo intensamente!
La Real
Academia de la lengua Española define la palabra Obligación como una
“imposición o exigencia moral que debe regir la voluntad libre”. Orar y leer la biblia no tienen por qué ser
una imposición, seamos sinceros con nosotros mismos y de manera personal
examinemos los motivos por los cuales llevamos a cabo esos actos.
Dios nos ha
dado el privilegio de conocer su verdad a través de su palabra, leer la biblia
nos permite adentrarnos a lo que Dios tiene para nosotros, conocer sus planes,
lo que ha sido, lo que es y lo que será. Orar es “ponernos mental y
anímicamente ante la presencia de Dios, para dar gracias o pedir algún favor, o
simplemente con actitud compasiva”.
Orar nos acerca a Dios, es la comunicación íntima
con Él, de corazón a corazón. Nadie más tiene porqué inmiscuirse en tu relación
con Él. Podría ser un momento íntimo en el cual conocer el corazón de Dios, su
voluntad y bondad a nuestras vidas.
Pero,
¿Por qué podríamos verlo como una obligación? ¿A caso hay cosas más
importantes que hacer? Es una realidad que el enemigo quiere interrumpir el tiempo
de oración ya que sabe que en esos momentos nos hacemos más fuertes y podremos
estorbarle en sus maléficos planes.
Usa el entretenimiento para desinteresarnos
o desenfocarnos de las cosas de Dios, haciendo que estemos propensos a caer en
pecado. En ocasiones la rutina diaria, infinidad de compromisos y actividades,
hacen que nos distraigamos; hay cuentas que pagar, trabajos y plazos para
entregar, los tiempos cada día son más
líquidos, el día parece ser más corto.
Pero aun en medio del ajetreo se puede guardar
un momento para atender la vida espiritual y alimentarte de la palabra de Dios.
En Josué 1:8 menciona “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino
que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo
lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te
saldrá bien”.
5)
Pensar que Dios no puede ayudarnos con nuestros
problemas
Hay ocasiones que el ser humano se cree
“el ombligo del mundo”, que todo gira alrededor de él, que si se mete en
problemas, con esa misma capacidad podrá generar soluciones para enfrentarlos y
salir de ellos. Pero cuando no encuentra la salida, atrae pensamientos negativos
y de orgullo que le impiden reconocer su condición y pedir ayuda. Algunas
personas dicen: “Es imposible arreglar mi matrimonio”, “Ésta enfermedad no puede
ser curada”, “No puedo cambiar”, “Tengo muchos problemas económicos, no veo cómo
salir de ellos”, “Esto me está atormentando, soy un fracasado”.
En Marcos 10:27
se menciona “Para los hombre es imposible, mas para Dios, no; porque todas las
cosas son posibles para Dios”. Debemos reconocer
que Dios es to
dopoderoso, si hay algún problema en nuestras vidas, resulta una perfecta oportunidad para ver el favor de Dios en acción. Es increíble ver que familias desintegradas han sido restauradas, que personas con diagnósticos desalentadores han sido completamente sanos por la intervención de Dios, que los problemas económicos, adicciones, depresión, fracaso, tormento, tristeza, pueden ser transformados, pues nada se puede contener a la autoridad divina.
Los problemas pueden ser situaciones que el
enemigo usa para mentir, confundir a las persona y convencerlas de que Dios lo ha permitido
por venganza, pero ¡No es así!, Dios es amor, es fiel, es justo. Él tiene
pensamientos que exceden nuestro entendimiento, dice en su palabra que “todas
las cosas obran para bien…” (Romanos 8:28). Es un error pensar que hay alguna situación
que exceda el alcance de Dios.
Somos su creación y como tal, Él tiene el
control de hasta el más mínimo detalle de nuestras vidas. Toda situación trae
un aprendizaje y crecimiento personal, Dios tiene un propósito para cada uno, y
si esas circunstancias sirven para mejorar, cambiar, transformar y salvar, entonces
habrá valido la pena el proceso.
6)
Pensar que estamos solos
La muerte de un ser querido, una ruptura
amorosa, el rechazo de la familia o la sociedad, la incomprensión, la lejanía
física o emocional, pueden generar sentimientos de soledad. Hay quienes dicen
“¿Dónde estaba Dios cuando mi padre agonizaba? Él sabía que era todo lo que
tenía”, “¿Por qué me quitó lo único que tenía? Lo único valioso en mi vida”.
Pareciera que el ser humano está
continuamente a la defensiva, tanto dolor ha cegado e impedido el reconocimiento
de los pequeños detalles divinos con que Dios nos muestra su compañía. En Mateo
28:20 dice “… he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo”. Lo que nosotros debemos aprender es a reconocer que Dios es suficiente.
Teniéndolo a Él, lo demás es añadidura. Es un error pensar que estamos solos y
que nuestra vida puede depender de una persona ajena a Jesucristo.
Es increíble
ser conscientes de la compañía y respaldo de Dios en nuestras vidas. La biblia
está repleta de testimonios donde se muestra la relación con Dios y su compañía
total para cualquier persona, no importando su condición de “justos o pecadores”.
Dios siempre está con nosotros, muestra de ello es lo que se menciona en Isaías
41:10: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios
que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi
justicia”.
Habrá momentos en que las personas podrán
fallarnos, podremos ser rechazados, alejados, abandonados, heridos, pero Dios siempre
estará con nosotros, nos dará esperanza y fortaleza para salir adelante.
No pongamos
nuestras esperanzas en las cosas del mundo, todo eso es sumamente pasajero, sólo
enfocándonos en Dios, en lo eterno, en lo genuino, podremos reconocer el
verdadero significado de la vida. Utiliza los momentos de “soledad” para
platicar con Dios, desahógate, ríe, llora, grita, Él sabrá consolar tu corazón
y llenarte de alegría desbordante. Ser conscientes de su presencia te guiará a
una vida en plenitud.
Por Maribel Sánchez
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