En ocasiones, la palabra “evangelizar” ha sido pensada como una serie de funciones propiamente de pastores y líderes de ministerio en la iglesia, sin embargo, es un error pensar que evangelizar es un acto exclusivo de ciertas personas, puesto que todos formamos parte de la Iglesia de Cristo y es nuestro deber darlo a conocer en cualquier ámbito de nuestra vida.
Según la Real Academia Española, Evangelizar es predicar la fe de Jesucristo o las virtudes cristianas. Por su parte, Predicar es propagar o extender una doctrina o una idea, haciéndolas públicas y patentes. En la gran comisión, plasmada en Mateo 28:19-20, Jesús dijo: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.
Esas palabras son para ti y para mí, a fin de que las tomemos día con día y demos a conocer las buenas nuevas a todas las personas que están a nuestro alrededor.
Ciertamente, una vez que conocemos el poder y la verdad de la palabra de Dios, es indudable la transformación que ésta hace en nuestro interior, cambiando lo viejo por algo totalmente nuevo, modificando nuestra forma de ser, pensar y actuar; motivándonos a alcanzar todas las promesas que Él tiene preparadas para nosotros, permitiéndonos disfrutar de cada uno de sus detalles y bendiciones. Es así como a través de la intimidad con Dios, podemos nutrirnos de su presencia, meditar en su palabra y reflejarlo en nuestra cotidianidad.
El testimonio más fuerte que podemos dar, es con el ejemplo, mostrando que Dios es real y poderoso, puesto que ha hecho grandes cosas en nuestras vidas y quiere hacerlo con los demás también.
No te preocupes si piensas que evangelizar es difícil, o si las personas te rechazarán, recuerda que la obra es de Dios, y nosotros somos instrumentos a su entera disposición para actuar de la manera que él mande, sabiendo que nada es en vano, y que la semilla de su palabra ha sido sembrada en el corazón de la gente.
Como lo vemos en el nuevo testamento, evangelizar no es esperar que las personas vayan a una congregación para recibir el testimonio de lo que Jesús hizo en la cruz por nosotros, sino que nuestra responsabilidad como discípulos es salir de la “zona de confort”, empezar a predicar a otros lo que Dios ha hecho e invitarlos a que ellos también “comprueben cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).
Esto puede llevarse a cabo en cualquier momento y en cualquier lugar, ya sea en la casa, escuela,
trabajo, gimnasio, parque, aeropuerto, oficina, en la parada del camión, o donde sea, verdaderamente Dios es muy creativo y todo lugar es propicio para que las personas tengan la oportunidad de escuchar el mensaje de esperanza y salvación.
Recordemos que la manera en que muchas personas conocerán a Cristo, es a través de nuestro estilo de vida, por lo tanto es importante ser congruentes en lo que decimos y lo que hacemos, ser sensibles a las necesidades de nuestro entorno y capaces de extender una mano de ayuda al que lo requiera.
La generosidad debe ser una carta de presentación, además del amor al prójimo, la integridad, el respeto, la amabilidad, el trabajo, la alegría, la buena voluntad.
Una vez que las personas han tomado la decisión de aceptar a Cristo como su salvador personal, resulta necesario brindar oportunidades de crecimiento, esto es, invitar a las personas a que asistan a alguna congregación, que lean la biblia, que formen parte de células o grupos de oración, a fin de que crezcan en los principios bíblicos y tengan el apoyo de personas que tienen los mismos objetivos de vida espiritual.
“Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y, cómo creerán en aquel de quién no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” Romanos 10:13-15.
Quiero terminar con estas palabras de la canción “No hay paredes” de Jesús Adrián Romero, verdaderamente reflejan que para Dios no hay límites: “Fuera del templo y la religión, por todo pueblo y toda región, entre la gente que vaga hoy, sin rumbo fijo sin dirección, entre las plazas de mi ciudad, en donde hay tanta necesidad, por todas partes te llevaré, pues no hay paredes que te puedan esconder”.
Por Maribel Sánchez
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