Es
increíble todo lo que puede suceder cuando decidimos creerle a Dios y al poder
de la oración. La oración es la acción de comunicarnos con Dios, es expresarle
todo aquello que salgade nuestro corazón; consiste en tener una plática amena
con tu mejor amigo, esa plática confiada que puedes tener a cualquier hora del
día, y sobre cualquier situación que inquiete tu interior.
Déjame decirte que Dios no es un ser
lejano, Él está siempre contigo, dirigiendo cada aspecto de tu vida a cada
instante, te está acompañando y respaldando, conoce tus necesidades y las peticiones
de tu corazón y, aunque a veces no te acuerdes de guardar un instante para
platicar con Él, o a sabiendas decides en vez de hacerlo acostarte, ver televisión
o jugar “Candy crush”, Él sigue siendo fiel y está preparado para escucharte y apapacharte
en su presencia. La oración con fe abre puertas
donde no las hay, genera oportunidades para los hijos de Dios, trae sanidad, trae poder, trae salvación y victoria.
Orar no significa “impresionar” a Dios
con un amplio lenguaje, con frases sonoras que generen melodías, no es repetir
lo que no entiendas, no es simular un sentimiento. La verdadera oración va más
allá de características humanamente comprensibles, es tener la convicción y
disposición de agradar a Dios con tu vida, que cada palabra que salga de tu
boca sea una alabanza y olor grato a Él, es complacerlo, glorificarlo y permitirle
que trabaje en ti. Es tener una relación íntima con tu Creador, conocerlo y
vivirlo, conscientemente hacerlo partícipe de cada área y aspecto de tu vida, reflejarlo
en la escuela, en el trabajo, en todo lugar, que Él resplandezca y todo empiece
a tener sintonía.
Platicar con Dios es tan sencillo que
puedes hacerlo en cualquier momento del día, en la mañana al levantarte y ver
el nuevo amanecer, mientras te arreglas, cuando vas en el carro camino al
trabajo, al llegar a tu casa con bien y degustar los alimentos, al disfrutar un
momento de paz y tranquilidad durante tu rutina… siempre hay momentos para
platicar con Dios y agradecer, aunque Él ya sabe cada detalle de nuestra vida,
está deseoso de impactarnos de otra manera al adentrarnos en su presencia; la
comunicación se da a partir de la interacción de dos individuos, así que Dios
es experto en responder. Recuerda lo que nos dice Pablo en Filipenses 4:6-7....
Bendiciones.
Por Maribel Sánchez
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